¿Por qué quiero comer más cuando hace frío?, científicos lo explican
Debes saber que los mamíferos naturalmente queman energía extra para mantener su cuerpo caliente cuando hace frío afuera, lo que en consecuencia nos hace tener más hambre
¿Sientes más hambre e impulsos de comer cuando hace frío? No, no es sólo una cosa tuya, científicos explican por qué ocurre este fenómeno.
Debes saber que los mamíferos naturalmente queman energía extra para mantener su cuerpo caliente cuando hace frío afuera, lo que en consecuencia nos hace tener más hambre. Aunque sigue siendo un misterio cómo funciona exactamente.
Un nuevo estudio, publicado en la revista Nature, ha identificado un grupo de células cerebrales en ratones que actúan como un «interruptor» para esta “hambre” provocada por el frío. La intención es abrir nuevas vías para tratamientos centrados en el metabolismo y la pérdida de peso.
El autor principal de la investigación, el Dr. Li Ye, profesor asociado de Abide-Vividion, catedrático de Química y Biología Química de Scripps Research, explicó en un comunicado de prensa que este es un mecanismo de adaptación fundamental en los mamíferos y abordarlo con tratamientos futuros podría permitir mejorar los beneficios metabólicos del frío u otras formas de quema de grasa.
De cara a esto, se podrían implementar terapias de frío para perder peso y mejorar la salud metabólica. Aunque hay todavía un gran problema: nuestro cuerpo no está diseñado para quemar grasa, sino más bien para acumularla.
El experimento en roedores expuestos a una fuerte caída de temperatura, de 73 grados Fahrenheit a 39 grados Fahrenheit, mostró que los animales no comenzaron a buscar comida de inmediato. Tardaron unas seis horas, lo que sugiere que el hambre no fue una reacción directa al frío.
Utilizando técnicas de imagen avanzadas, encontró que en condiciones de frío, una parte del cerebro conocida como tálamo mostraba más actividad.
Al reducirlo aún más, descubrieron un grupo único de neuronas en el tálamo, llamado núcleo xifoides. Estas neuronas se volvieron súper activas con el frío, justo antes de que los ratones comenzaran a buscar comida.
Si la comida era limitada cuando llegaba el frío, el núcleo xifoides estaba aún más activo. Esto indicó que estas neuronas estaban más en sintonía con la escasez de energía provocada por el frío que el frío mismo.
Cuando los científicos activaron estas neuronas, el hambre de los ratones aumentó. Si los bloqueaban, el hambre bajaba. Sin embargo, esto solo funcionó en ambientes fríos, lo que significa que hay una señal de frío separada que influye en el apetito.
«Uno de nuestros objetivos clave ahora es descubrir cómo desacoplar el aumento del apetito del aumento del gasto energético», concluyó Ye.
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