Tus suegros no deben “quererte como a un hijo/a”: por qué
¿No gozas de la “soñada” simpatía de los padres de tu pareja? No te preocupes
Si no gozas de la “soñada” simpatía de los padres de tu pareja, no te preocupes. Tus suegros no deben quererte como a un hijo o una hija y aquí te explicamos por qué.
No se trata de que te lleves mal con ellos. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de California reveló que la calidad del vínculo con los suegros puede predecir el éxito de la relación de pareja, sobre todo en el caso de las mujeres.
Hay una enorme diferencia entre mantener una buena relación con tus suegros y que te traten como si fueras su hijo. En el segundo caso puede haber “efectos adversos”.
El primer inconveniente que puedes notar es que la confusión de roles puede conducir a la intromisión en la relación de pareja. Suelen arrastrar consigo las funciones de los progenitores.
En muchos casos, eso significa que se ven a sí mismos como los orientadores y/o protectores de la pareja, por lo que pueden terminar interfiriendo demasiado.
Si bien la relación suegros-nuera o suegros-yerno comparte algunas características de las relaciones con los padres, es diferente. Se forma en la edad adulta y carece de la larga historia que caracteriza a los vínculos paternofiliales.
Incluso, la relación con tus suegros no es tan libre, sino que se basa en el amor a una tercera persona común. Por los que las expectativas y sus exigencias son diferentes respecto al vínculo que tengan con sus hijos.
De hecho, los patrones a los que tu pareja ya está acostumbrada pueden ser transferidos a ti, una situación que puede traer inconvenientes.
Cuando los suegros convierten a sus yernos o nueras en sus hijos, pueden replicar patrones relacionales que no respetan su espacio personal y resultan demasiado invasivos e incómodos.
Pero si eres de los que crees que tu relación con tus suegros es “como la de unos padres para ti” porque vienes de una familia disfuncional, es más probable que termines trasladando los conflictos no resueltos a la nueva relación.
Eventualmente, puedes proyectar sobre tus suegros todas las frustraciones que has acumulado con tus padres y la relación se resentirá. Podría lucir como replicar las relaciones de apego ansioso y ambivalente que has asociado a las figuras paterna o materna.
O también reaccionar de manera desproporcionada cuando detectes comportamientos similares a los de tus progenitores cuando te han hecho sentir mal.
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