La violencia no es consecuencia necesaria de un problema de salud mental: qué dicen los expertos

Expertos en salud pública y un dato exponencial se oponen a las declaraciones del gobernador de Texas, Greg Abbott, quien atribuyó la violencia armada en Estados Unidos a un problema de salud mental

Problemas de salud mental

La violencia armada en EE.UU. se cobró la vida de 19 menores y dos profesores en una escuela elemental de Uvalde, en Texas. Crédito: Shutterstock

Tras el tiroteo ocurrido en el Robb Elementary School de Uvalde, donde fueron asesinados 19 menores y dos profesores, el debate de las armas de fuego en Estados Unidos se calienta. El gobernador de Texas, Greg Abbott, dijo el miércoles que el tirador Salvador Ramos tenía “un desafío de salud mental”. Sin embargo, otros expertos señalan que estos casos de violencia no son consecuencia necesaria de un trastorno psicológico.

A través de su cuenta de Instagram, el podcast The Unbiased Science publicó un dato que refleja una realidad avasallante. Este equipo de especialistas compara 14 países (incluyendo Estados Unidos) para demostrar que en todos hay una “prevalencia muy similar de enfermedades mentales”, adicionando el uso de sustancias prohibidas.

Sin embargo, cuando comparan la tasa de muertes por armas de fuego en cada una de estas naciones, la diferencia con Estados Unidos es muy amplia. “Es sustancialmente más alta, con una tasa de 11.9 muertes por cada 100,000 personas”, escribieron los expertos.

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En su conclusión, el podcast asegura que hay “una idea errónea” al asociar la violencia con armas de fuego y las enfermedades mentales.

“Incluso dentro de los Estados Unidos, la enfermedad mental NO predice una propensión a la violencia armada”, sellaron.

Un reciente estudio demostró que por primera vez desde 2020, las armas de fuego se convirtieron en la principal causa de muerte entre niños y adolescentes de Estados Unidos, superando los decesos por vehículos de motor. Además, estos fallecimientos aumentaron un 83% en la última década.

“No hay evidencia de que el tirador de Texas tenga una enfermedad mental”

Las declaraciones del gobernador Greg Abbott, que atribuyó el tiroteo a un caso de enfermedad mental y señaló que el estado de Texas “debe hacer un mejor trabajo con la salud mental”, provocaron reproches de expertos en salud pública y académicos que estudian a los asesinos en masa.

En un punto es cierto que la labor estatal por proveer recursos para mejorar la salud mental de los residentes en Texas es deficiente. En el informe “Estado de la salud mental en Estados Unidos”, de 2021, Texas ocupó el último lugar entre los 50 estados del país con acceso general a la atención de la salud mental.

El problema es que no habría una relación directamente proporcional entre un problema de salud mental y un acto de violencia. Esto terminaría implicando una estigmatización de las enfermedades de salud mental, con lo cual expertos aseguran que esta asociación no puede darse livianamente.

Una de las primeras en oponerse fue la doctora Lori Post, directora del Centro Buehler para Políticas de Salud y Economía de la Facultad de Medicina de la Universidad Northwestern. En su análisis, enfatizó: “No hay evidencia de que el tirador tenga una enfermedad mental, solo está enojado y lleno de odio”.

“Si bien la mayoría de las personas no pueden comprender el asesinato de niños pequeños y quieran atribuirlo a la salud mental, es muy raro que un tirador en masa tenga una condición de salud mental diagnosticada”, sugirió Lori Post.

Por su parte David Riedman, fundador de la base de datos de tiroteos escolares K-12 del Centro para la Defensa y Seguridad Nacional, aseguró que detrás de estos homicidas existe un plan.

De hecho, según Chris Olivarez, portavoz del Departamento de Seguridad Pública de Texas, minutos antes de que Salvador Ramos irrumpiera en el colegio compartió sus planes con otro usuario en Facebook. “Voy a disparar a un colegio de primaria”, escribió en la red social.

“En general, los tiradores en masa son racionales. Tienen un plan. Es algo que se desarrolla durante meses o años, y hay un camino claro hacia la violencia”, explicó Riedman.

Una política extensiva e inclusiva que permita una mejora en la atención de la salud mental en Estados Unidos es necesaria. Pero eso no evade la importancia de generar una política de restricción en el acceso a las armas de fuego como medida preventiva de los tiroteos masivos que tan lamentablemente son casi comunes en Estados Unidos.

Un análisis de The Washington Post encontró que en 2020 hubo más niños y adolescentes muertos por disparos de armas de fuego que en accidentes de tránsito, que solía ser una de las causas fundamentales de fallecimiento en ese grupo de edad. En ese año hubo un aumento del 30% de muertes a cargo de armas de fuego en personas de 19 años o menores. En 2021, hubo un nuevo aumento del 8%.

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