Cómo aprender a decir «no» para proteger tu salud mental: 3 consejos vitales
Decir "no" podría ser una de las acciones más saludables para la paz de tu mente, en el plano laboral, familiar y de pareja
Una de las afirmaciones más contundentes que le he escuchado al psicoterapeuta Carlos Fraga es que en esta vida «fuimos educados para ser buenos y no felices», una realidad que al menos está presente en la cultura familiar latina o de occidente. Ser «bueno» y no «feliz» implica la incapacidad de decir «no» cuando nuestra salud mental lo amerita, dejándola en riesgo para complacer las peticiones y caprichos de los demás.
Pero esto tiene que cambiar. Y no se trata de que ahora te niegues a cualquier favor o que evadas tus responsabilidades, significa que debemos establecer un equilibrio entre lo que es indispensable y lo que sencillamente no tiene por qué recaer en ti. Saber decir «no» podría ser una de las acciones más saludables para la paz de tu mente, en el plano laboral, familiar y de pareja. Te brindamos algunas estrategias para identificar por qué y cuándo es necesario hacerlo.
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3 consejos vitales para decir «no» y proteger tu salud mental
Ser vulnerable no significa ser débil
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Cuando entendemos la diferencia entre ser vulnerables y débiles, nos damos cuenta que el primero nos incita a ser más fuertes o conocer cuáles son nuestros límites emocionales. Es como comparar la insistencia y la perseverancia, siendo el segundo una virtud que también sabe hasta dónde puede y debe llegar.
La vulnerabilidad es aceptarse a ti mismo, con tus defectos y fortalezas, siendo considerado con tu manera de sentir, que no es débil, sino particular o sensible.
«La verdadera fortaleza de una persona consiste en ser consciente de uno mismo para saber dónde está y si el camino a seguir es el correcto», dijo una vez el entrenador olímpico Steve Magness en un artículo publicado en The Guardian. En su opinión y ejemplo, afirmó que los alpinistas «tienen que ser muy claros en su capacidad», porque su disciplina no solo se base en subir hasta la cima, sino también saber bajar.
Otro caso reciente es el de la gimnasta Simone Biles, quien en plena jornada de los Juegos Olímpicos dijo «no» a forzar una situación y dijo «sí» al cuidado de su salud mental.
Cuidado con la culpa y responsabilidad
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Dos palabras que mal interpretadas o mal ejecutadas pueden llegar a ser muy nocivas para tu salud mental. La culpa es un sentimiento que podría llevarnos a priorizar a los demás por encima de nosotros mismos, incluso cuando quizás realmente no fue nuestra culpa.
Lo mismo ocurre con las «falsas» responsabilidades, cuando nos embarcamos en tareas que no tenemos por qué hacer, pero que llevamos a nuestra espalda. Mientras el resto no se preocupa por dicha tarea, la asumimos por el bienestar de todos, ¡cuidado!
Lo más conveniente siempre es buscar un equilibrio entre lo que otros quieren y lo que tú estás en capacidad de hacer o no. La idea de autoasumir culpas y responsabilidades es tóxica para tu salud mental, porque te sumerges en situaciones que probablemente no te corresponden por la dificultad para decir «no». Sucede en el trabajo, en las amistades y sobre todo en las relaciones de pareja, donde nos convertimos en salvadores y no en equipo.
Olvídate del "qué dirán"
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¡Tan típico y problemático! El «qué dirán» representa la presión externa que sentimos y que «nos obliga» a quedar bien con terceras personas, pues solo así encontraríamos paz y evitaríamos ser expuestos a la opinión pública.
El ejemplo más pertinente es el de asistir a clases y actividades solo por cumplir ante algo que realmente no te apetece. También ocurre que nos vemos con personas que no queremos ver, pero lo hacemos para evitar su enfado y el «qué dirá».
En este momento de la vida es indispensable saber decir «no», primero porque el famoso «qué dirán» es algo que desafortunadamente no lo puedes detener. Asistir o no asistir a ese evento, cumplir o no cumplir con esa persona no garantiza el evitar esos comentarios, por lo que siempre es preferible priorizar tu salud mental.
No pretendas agradarle a todo el mundo, no te sientas en el compromiso de que debes ayudar a todos, mucho menos te creas responsable por problemas de otros. Todo tiene que tener un equilibrio, sus límites y su lógica. De hecho la empatía, que es la virtud de comprender a los demás y ponerse en sus zapatos, no te obliga a asumir responsabilidades o conflictos ajenos.