La agresividad del paciente con demencia, una violencia que “hay que soportar”
La agresividad parece ser un factor común entre los pacientes diagnosticados con demencia
En el momento que cualquier persona escucha o lee un diagnóstico de demencia, directamente lo relaciona a la pérdida de memoria. No sabe que el deterioro cognitivo es mucho más amplio. Un síntoma poco conocido es la agresividad, producto de modulaciones del humor del paciente y que los cuidadores “tenemos que soportar”.
Ante un acto de violencia hay recursos legales y de protección que se toman con los involucrados, pero ¿qué pasa con las personas que sufren violencia por parte de un familiar con demencia? Puede ser verbal, a través de insultos o declaraciones hirientes, o física, con puños, patadas y mechoneadas. Todas igual dolorosas.
Agresividad, síntoma y consecuencia de esta enfermedad neurodegenerativa
La Alzheimer’s Association tiene una lista de señales de advertencia de este tipo de demencia entre los cuales se encuentran los cambios en el humor o la personalidad.
Explican que el humor y la personalidad de los pacientes pueden cambiar, debido a que se confunden, deprimen, sienten miedo, sospechan o se ponen ansiosos. Se pueden enojar fácilmente en casa, en el trabajo, con amigos o en lugares donde están fuera de su ambiente.
Pero, además puede permanecer de diferentes maneras por la pérdida progresiva de la memoria de nuestro familiar con demencia.
Hay una frase del psicoanalista Erich Fromm que siempre me ha gustado: “Si soy lo que tengo y lo que tengo lo pierdo, entonces ¿Quién soy?”. De niña me enseñó a no apegarme a las cosas materiales, pero después de asumir el rol de cuidadora de mi madre con demencia ha adquirido todo un nuevo significado.
Somos nuestras vivencias, el resultado de nuestra historia, somos relativos a las personas que nos rodean (hijo, hermano, padre, madre, pareja, jefe, amigo, etc.), pero ¿cuánto dura eso? Nuestra identidad, nuestros recuerdos sí los podemos perder.
Quedar sin ellos, y sin la capacidad de redefinirse se llama demencia.
Es aterrador, y todos los cuidadores tenemos la capacidad de entender esto de una manera racional. Alguien con semejante nivel de incertidumbre, naturalmente puede ponerse agresivo.
Pero, por otra parte, somos humanos y sentimos como tales. Reaccionamos como tales. Lloramos como tales al “padecer esta enfermedad en segunda persona”.
Tratamiento farmacológico, una herramienta para controlar la agresividad del paciente con demencia
Si bien no podemos como cuidadores denunciar o pedir una orden de alejamiento del paciente violento de demencia, porque sería inconcebible, sí podemos ocupar un tratamiento farmacológico que permita modular su humor y hacer más seguro su cuidado.
Los medicamentos psiquiátricos están ampliamente estigmatizados, pero acudir con un especialista que pueda ofrecer una manera segura de ejercer el rol de cuidador es necesario en contextos en los que tu familiar con demencia se puede hacer daño a sí mismo o a los demás.
Es indispensable que los cuidadores mantengamos una conversación fluida y constante con el doctor respecto a la manera en la que el paciente está asimilando la medicación. Esto lo digo por algo en particular: en un principio yo no lo hice porque no lo sabía.
Los cerebros con deterioros cognitivos, del tipo que sean, son cerebros con “características particulares” y que de la misma manera particular van a asimilar los medicamentos (o no hacerlo). Es decir, que esto es un poco de “ensayo y error”. A pesar de que suena terriblemente mal, me lo explicó el último de los psiquiatras que tuvo mi mamá.
“Lo peor que puede pasar es que se quede dormida por el efecto de la sedación. A tu mamá no la puedes llevar a ese estado porque querrá caminar y puede caerse, pero sí la vamos a limitar un poco porque tiene un comportamiento que atenta contra ti y contra ella misma”, me explicó.
Este doctor no escatimó de su tiempo para exponer un término que acompaña hasta mis días el paradigma que tengo respecto a la administración de medicamentos de este tipo en pacientes con demencia: “modulación”.
Los fármacos que toma el paciente con deterioro cognitivo, a diferencia de cualquier otro tratamiento con una persona sana, deber modularse. Es decir, no son un tratamiento fijo con la garantía de que va a responder bien al mismo o a la dosis y, por tanto, se pueden subir o bajar según indique el profesional de la Salud.
Asimismo, existe la posibilidad de que un fármaco en particular produzca muchos efectos secundarios y se deba cambiar. Todo esto bajo la supervisión de un especialista en Psiquiatría o Geriatría.
Ten presente que la seguridad en lo principal cuando cuidas de un paciente neurodegenerativo.
Sobre la autora:
Didiana Archila es cuidadora principal de su madre, quien fue diagnosticada con demencia en el año 2015. Los primeros seis años se dedicó a cuidarla desde casa, al tiempo que trabajaba y terminaba su licenciatura en Comunicación Social. Para 2021, tomó la decisión de delegar el cuidado en un centro privado de atención especial en Caracas, Venezuela. Ahora, comparte su experiencia en plataformas sociales con otros familiares de pacientes con enfermedades neurodegenerativas que han encontrado un sentido de comunidad en un tema un tanto desconocido: el cuidador también debe cuidarse.
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