Mi madre fue diagnosticada con demencia de los 58 años: 7 señales que nos alertaron para ir al médico

En el caso de mi mamá, que comenzó desde tan joven con el padecimiento de demencia, hubo 7 alertas que nos condujeron a ir con un especialista

diagnosticada con demencia

Es usual creer que la demencia es solamente una cuestión de memoria. Sin embargo, las modulaciones del humor también son un síntoma de ella. Sobre todo hacia la ira, la tristeza y el miedo. Crédito: Pexels

Mi madre fue diagnosticada con demencia muy joven, a los 58 años. Lo que significa que venía padeciendo con esta enfermedad neurodegenerativa desde hace años atrás. Te comparto las 7 señales que nos alertaron para ir al médico.

La demencia, el Alzheimer o el deterioro o el deterioro cognitivo es una patología muy cruel, la mayoría de las veces cuando se diagnostica, ya tiene tiempo estando presente.

Cuando acudimos al consultorio del primer neurólogo que examinó a mi madre, nos dijo que para que ella hubiese podido tener un diagnóstico temprano debíamos haber ido cuatro años atrás, es decir, a sus 54 años.

La importancia de estar diagnosticado oputunamente con demencia

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Un diagnóstico temprano permite una medicación oportuna. Mientras menos haya avanzado la demencia, por las razones que sea, más fácilmente se puede ralentizar.

En los momentos que debo explicarlo a las personas que no tienen ni idea de como funciona, me sirve la alegoría de la bola de nieve. Estas enfermedades neurodegenerativas son con una bola de nieve, si la atajas al tope, cuando todavía es pequeña, puedes detenerla de una u otra manera, pero cuando ya va por la mitad de su camino, es realmente difícil, los esfuerzos parecen en vano. Lo mismo ocurre con la demencia.

Hay muchos tipos de demencia: vascular, senil, Alzheimer, etc., también se la conoce como deterioros cognitivos, porque al final representan una alteración negativa de las funciones cognitivas y sus síntomas son bastante similares.

En el caso de mi mamá, que comenzó desde tan joven con este padecimiento, hubo 7 alertas que nos condujeron a ir con un especialista, aunque desafortunadamente bastante tarde:

1. Repetir las mismas historias

Puede que sea normal que cualquier persona repita una historia por olvidarse de haberla contado o porque simplemente no supera una situación.

En el caso de mi mami, mi tía comenzó a notar que estaba contándole todos los días por teléfono la misma historia. Vivían en ciudades diferentes, pero hablaban por teléfono fijo sin falta cada día.


Mi madre, quien es jubilada del ministerio de la Cultura de Venezuela, no se cansaba de relatar que a ella le delegaban la organización de las reuniones del consejo con más de 12 “eminencias” que por esos días se convertían en sus jefes. “Tuve 12 jefes, ¿sabes lo que es eso?”, preguntaba orgullosa.

Con el tiempo, tanto mi tía como yo le decíamos que ya lo sabíamos, que ya nos lo había contado y después de eso o se molestaba o se empecinaba en finalizar su relato.

2. Cambios de humor, sobre todo hacia emociones displacenteras

Es usual creer que la demencia es solamente una cuestión de memoria. Sin embargo, las modulaciones del humor también son un síntoma de ella. Sobre todo hacia la ira, la tristeza y el miedo.

La inestabilidad emocional solía ser más frecuente cuando se encontraba fuera de su rutina, o cuando las cosas no se hacían de la manera que ella deseaba.

3. Agresividad física y verbal

La enfermedad de mi madre es diagnosticada al mismo tiempo que comenzó mi primera relación de pareja. Y pensé que los disgustos de mi madre respondían a esos “celos maternos” por “perder a su hija menor”.

Las acusaciones infundadas, la agresividad verbal e incluso física. Para una niña (porque para entonces todavía tenía 17) que fue criada en un hogar libre de violencia, esto fue muy impactante.

No sabía que hacer y lo que trataba era de defenderme, pero su fuerza rebasaba por mucho la mía. Era un problema, tras otro, tras otro. Resultaba agotador.

4. Desorientarse

En alguna oportunidad mi mamá se desorientó mientras manejaba en la calle. Como pudo, llegó al trabajo de mi papá, se estacionó y lo buscó para decirle “no sé dónde estoy. No encuentro el camino a casa”. No sé cuál de los dos estaba más aterrado.

De la misma manera, en alguna oportunidad extravió el carro en un estacionamiento de la ciudad. Estuvo caminando por horas el extenso estacionamiento para dar con el paradero de su vehículo.

5. Sentía que la perseguían, incluso dentro de su casa

Años después del diagnóstico, mi vecina me contó que cada vez que yo salía al colegio, a la danza o a la universidad, y mi mamá quedaba sola en casa, no tardaba en tocarle la puerta para solicitarle compañía.

Mi madre decía que sentía “una presencia” en su apartamento, que sentía que la perseguían, le daba ansiedad estar en su propia morada.

Esta ansiedad ha perdurado con ella hasta la actualidad, siempre siente que alguien “la persigue”. Pasaba mucho tiempo en casa después de ser tempranamente jubilada y nunca se animó a retomar otra actividad más allá de mi cuidado.

6. Olvidos de la memoria a corto plazo

La ubicación de artículos dentro de la casa comenzó a ser un problema con su demencia. Había muchos objetos fuera de su lugar, me pedía que le repitiera las cosas una y otra vez y yo solo me obstinaba, porque no entendía qué pasaba.

7. Incapacidad de hacer actividades regulares

Mi madre extravió documentos legales importantes, dejó de pagar impuestos, rentas de celulares. Luego reclamaba a diestra y siniestra como si la culpa fuese de todos, menos de ella.

Navegaba en el teléfono, sin hacer nada. Tardaba mucho en hacer transacciones bancarias y a veces se disponía a salir sin un objetivo específico.

Si algo positivo podemos sacar los cuidadores de familiares con demencia de toda esta situación, es que nuestros padres, abuelos, hermanos o tíos, nos están llevando años e incluso décadas al consultorio médico. Ante cualquier irregularidad, no dudes en ir con un experto en Salud, los más adecuados pueden ser los especialistas en Neurología y Psiquiatría.

Sobre la autora:

Didiana Archila es cuidadora principal de su madre, quien fue diagnosticada con demencia en el año 2015. Los primeros seis años se dedicó a cuidarla desde casa, al tiempo que trabajaba y terminaba su licenciatura en Comunicación Social. Para 2021, tomó la decisión de delegar el cuidado en un centro privado de atención especial en Caracas, Venezuela. Ahora, comparte su experiencia en plataformas sociales con otros familiares de pacientes con enfermedades neurodegenerativas que han encontrado un sentido de comunidad en un tema un tanto desconocido: el cuidador también debe cuidarse.

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