¿Sabes por qué late tu corazón?
Mantener un corazón sano y fuerte depende mucho del funcionamiento de ciertas proteínas
Me dirás que tu corazón late cada vez que miras a tu pareja, a tus hijos o a tu perro, y sí, emocionalmente los seres que amamos nos provocan una sensación de bienestar que felizmente activa nuestro corazón. Pero en realidad…
¿Sabes por qué late tu corazón?
Científicamente el proceso es más complejo, y sin duda la mayoría de nosotros queremos que nuestro corazón lata saludablemente por mucho tiempo más. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) señalan que las enfermedades cardiacas provocan la muerte de unos 600,000 estadounidenses cada año, y que cada 40 segundos una persona sufre un infarto en EEUU.
El corazón es un órgano tan importante, obviamente, que la ciencia estudia cada vez más a fondo cómo funciona y qué lo afecta. Una investigación de la Universidad de Arizona y la Universidad de Washington reveló cómo es que nuestro corazón se mantiene latiendo armónicamente.
Los investigadores observaron en modelos 3D que las proteínas contenidas en el músculo cardiaco con forma de filamento deben ser exactamente del mismo largo entre sí para que puedan coordinarse perfectamente y hacer latir el corazón. Cuando la longitud de los filamentos varía ocurren las cardiomiopatías, es decir, las afectaciones del músculo cardiaco.
El corazón está formado por filamentos de proteína gruesos, delgados y diminutos que, gracias a las señales eléctricas del cuerpo, se unen y se separan de manera muy precisa y armónica para que el músculo cardiaco se contraiga y se expanda, es decir, para que el corazón lata. Esta extraordinaria coordinación que ocurre a escala molecular es fundamental para que el corazón se mantenga sano y funcione adecuadamente.
¿Y qué puede afectar esta función tan precisa del cuerpo? Algunas variaciones proteínicas tienen un origen genético, aunque los expertos continúan investigando este funcionamiento del corazón para hacer diagnósticos más certeros y tratamientos más efectivos. El estudio fue publicado en la revista PLOS Biology.