Los 4 conflictos de familia más comunes y cómo resolverlos

Problemas todos tenemos, pero la magia está en evitar que la familia se convierta en una guerra

conflictos familiares

Los conflictos en la familia son parte de la convivencia. / Foto: Pexels

Por más que exista amor y armonía en una familia, siempre habrá problemas en algún momento de la convivencia. En ciertos casos, esas contrariedades pueden convertirse en una guerra donde las emociones se desatan y el estrés se convierte en una constante, y esto no es positivo para ninguna persona del núcleo familiar.

Ya sea con tu hijo, con tu esposo, con tu esposa o con tus padres, estos son los conflictos de familia más comunes y cómo resolverlos a través de la comunicación para que tu familia logre un equilibrio.


La familia es la base de la sociedad, dice la definición más clásica, pero a nivel práctico la familia es un conjunto de personas que comparten un vínculo filial. Al ser individuos con distintas personalidades e intereses, los conflictos suelen ser comunes y parte de la convivencia.

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Según el sitio especializado Psicología y Mente, hay diferentes tipos de conflictos familiares que pueden resolverse también de diferentes maneras:

Conflictos de pareja

Una pareja comparte muchas cosas en común, pero también tiene diferencias que, al final de cuentas, los hace complementarios. El origen más común de las disputas o crisis entre cónyuges son los problemas de comunicación o los malos entendidos. También cuando un miembro de la pareja siente que ha perdido identidad o libertad, o bien, cuando intenta cambiar al otro.

La clave para resolver estos conflictos es hablar honesta y tranquilamente, expresar sus sentimientos y estar dispuestos también a reconocer sus faltas. Recuerda siempre que cambiar a otra persona es imposible; si quieres ver cambios en tu entorno de vida, empieza por cambiar tú mismo. Y si logran manejar adecuadamente estos problemas, saldrán más fortalecidos como pareja.

familia
Foto: Pexels

Conflictos entre padres e hijos

Las diferentes etapas de crecimiento de los hijos suponen diferentes retos. Los hijos cambian con los años, y los padres también. Durante la etapa infantil, el reto de los padres es establecer límites sin coartar su libertad; durante la adolescencia, los hijos sufren altibajos emocionales que a veces los padres no comprenden; y durante la adultez, padres e hijos tienen otro tipo de convivencia determinada también por la forma en que resolvieron las etapas anteriores.

Para ayudarte a resolver los problemas con tus hijos en diferentes etapas, busca información sobre lo que les está ocurriendo a ellos e, incluso, puedes consultar a un terapeuta profesional. Una clave fundamental es confiar en tus hijos y dirigirte a ellos desde el amor.


Conflictos entre hermanos

Las peleas, los gritos y la competencia entre hermanos es un factor común en todas las familias… y así debe ser. Los hermanos son una especie de entrenadores de sus hermanos para aprender a establecer relaciones en otras etapas de la vida.

La mayor parte de las veces no es necesaria la intervención de los padres para resolver los conflictos entre hermanos y lo mejor es dejar que arreglen sus diferencias entre ellos, como pares que son en la estructura familiar.


Conflictos con adultos mayores

Es probable que la familia nuclear incluya a los abuelos. Cuando un adulto ingresa a la llamada tercera edad sus dinámicas cambian de manera muy importante, tanto física como psicológicamente. El deterioro corporal normal de la edad, así como los cambios en su círculo social y profesional pueden complicar la convivencia con un adulto mayor.

La mejor manera de enfrentar estos cambios es conservar la empatía por los abuelos y entender que asumir y aceptar estos cambios no es fácil para nadie. Después de todo, ellos dieron su mejor esfuerzo por su familia y ahora merecen comprensión. Recuerda que, en un momento, tú también vivirás esa etapa.

Los conflictos familiares son inherentes a la convivencia y a la diversidad de personalidades que la conforman, pero trata de aprender a manejar tus emociones y entender las de los demás. Poner el amor por delante siempre ayuda.

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