Violencia doméstica: cómo defenderte en plena agresión y escapar, según un maestro de artes marciales

El maestro Juan Romero Pons, experto en un arte marcial de defensa personal, ofreció cinco técnicas para defenderte en pleno acto de violencia doméstica, de modo que puedas aturdir al agresor y escapar

Violencia doméstica

Estés de pie, de rodillas o directamente en el suelo, hay estrategias con las que puedas "noquear" al agresor por unos valiosos segundos y escapar. Crédito: Shutterstock

De cada 4 mujeres, más de una ha sido víctima de la violencia doméstica alguna vez en su vida. Así lo evidenció una investigación publicada en The Lancet y que usó métricas de la base global de datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ante estas cifras preocupantes, el maestro Juan Romero Pons, experto en artes marciales, ofrece algunas técnicas para defenderte en plena agresión y escapar.

El maestro Romero, quien es especialista en hapkido, un arte marcial coreano enfocado en la defensa personal, explica que durante una agresión el hombre hace uso de su superioridad física y nada más. Asimismo, asegura que la mayoría están confiados en que la mujer no tiene recursos para defenderse, por lo que tampoco son estratégicos, solo se valen de la fuerza bruta.

Los gritos, las amenazas y la intimidación también son agresiones propias de la violencia doméstica, que pueden dejar abatida psicológicamente a una mujer.

El maestro Romero aclara que sus técnicas de defensa deben aplicarse correctamente, ya que un intento fallido podría provocar la ira del agresor. En todo caso, recomienda acudir a la prevención, debido a que “la confrontación física, acabe como acabe, siempre va a ser desagradable”.

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Usar el diálogo y una gesticulación calmada puede resultar más valioso si el escenario concede la posibilidad. Pero si el agresor va directamente a cometer un acto de violencia doméstica, es momento de defender tu vida.

5 maneras de defenderte y escapar en pleno episodio de violencia doméstica


Cuando el agresor te agarra por los brazos en un forcejeo

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El maestro Juan Romero Pons aclara que continuar con un pulso fuerza contra fuerza es una solución inútil, ya que probablemente el hombre gane ese forcejeo.

Su recomendación en este caso es que uses las piernas, propinando una patada baja en un punto nervioso que se ubica a cuatro dedos del tobillo. Seguidamente acciona una patada alta, justo en los genitales, y da otro golpe con la mano en la cabeza. Finaliza la defensa con un pisotón en la pierna para que puedas escapar sin que te persiga, al menos tan pronto.


Cuando el agresor te ha logrado poner de rodillas

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Si has caído de rodillas no intentes huir, porque en la maniobra para levantarte te alcanzará y serás agredida. La clave es que desde el suelo es que golpees una de las piernas por ambos lados, por encima de la rodilla. Luego impacta en los genitales y acaba dando un golpe en la cabeza.

Los genitales siempre serán un punto débil del hombre, ya que es la zona donde perciben mayor dolor.


Cuando la agresión te lleva al suelo

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Si has acabado en el suelo, completamente acostada, el maestro Juan Romero Pons aconseja golpear fuertemente con el talón del pie en el punto nervioso donde se une la pierna con el cuerpo. Y seguidamente, sin esperar ni un segundo, propínale otro golpe con el pie en la cabeza.

Luego de estos dos actos de defensa, el agresor seguro se arqueará hacia atrás, por lo que puedes “noquearlo” con un golpe en la zona genital y escapar.


Cuando estás en el suelo y el agresor se abalanza sobre ti

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Acá el escenario es más complicado, porque el agresor ya no está de pie junto a ti, mirándote con gesto de victoria, sino que se ha abalanzado sobre ti. Mantén la mayor calma que puedas y fabrica un espacio para iniciar la defensa con el mismo golpe de la técnica anterior.

Si no es posible, otra técnica es atacar el rostro, bien sea metiéndole tus pulgares en los ojos o propinando un golpe seco en los oídos, de modo que puedas afectar su tímpano y aturdirlo. Una vez se aleje por reacción humana, dale un nuevo golpe en los genitales y escapa.


Si se abalanza sobre ti en el suelo y además te sujeta los brazos

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Este es el peor de los casos, porque estás en el suelo y sujetada de los brazos. Sin embargo, hay una solución que no se basa en fuerza física, sino en oportunidad y rapidez: rodéalo con las piernas y dándole un impulso, aleja al atacante para poder escapar.

Si sientes que va a capturarte en la persecución, quédate en el suelo y aplica las técnicas anteriores. En una situación extrema es mejor aturdir y luego huir.

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