Will Smith y Jada Pinkett admiten que en su matrimonio no hay monogamia: qué tan saludable es tener una relación abierta
En una reciente entrevista, el actor Will Smith afirmó que para él y Jada Pinkett "el matrimonio no puede ser una prisión", por lo que ambos consensuaron no seguir practicando la monogamia
Will Smith y Jada Pinkett se casaron en 1997 y tiene dos hijos: Jaden, que anunció públicamente ser gay, y Willow Smith, quien defiende la práctica del poliamor. Crédito: Kevin Winter | Getty Images
Los actores Will Smith y Jada Pinkett han llegado a un nivel en su matrimonio al que quizás muy pocos se atreverían, pero lo más sorprendente es que ambos están de acuerdo y al parecer les funciona. En una reciente entrevista, el artista de 53 años reveló que tanto él como su pareja tomaron la decisión de no practicar la monogamia, lo que les deja en autoridad mutua de salir con otras personas. Quizás es lo que fuera de un vínculo de esposos se llamaría «relación abierta».
«Jada nunca creyó en el matrimonio convencional», dijo Smith, acotando que es una postura que viene desde su familia, donde habían relaciones poco habituales. «Así que ella creció de una manera muy diferente a como yo crecí», se sinceró el actor en su conversación con la revista GQ, que publicará la entrevista en la edición de noviembre.
Famoso por películas como Hitch, Soy leyenda y la aclamada serie El príncipe del rap, Will Smith afirmó que en su matrimonio «hubo importantes discusiones interminables». Según relata, estos conflictos se debían a preguntas como «qué es la perfección relacional» o «cuál es la forma perfecta de interactuar como pareja». Fue allí donde se centraron en un punto que para ellos es clave: la monogamia.
En su definición más sencilla, la monogamia es la práctica de estar casado con una sola persona o bien tener una sola pareja como amante. La palabra proviene del griego «mónos», que significa «unos» y «gamos» que se traduce a «unión».
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Pero Will Smith es consciente de que la dinámica que mantienen en su matrimonio les ha funcionado exclusivamente a ellos, por lo que no lo recomienda abiertamente para otras personas. «Nos hemos dado confianza y libertad… y el matrimonio para nosotros no puede ser una prisión. Y no sugiero este camino para nadie», expresó.
El actor se casó con Jada Pinkett en diciembre de 1997 y tienen dos hijos: Jaden Smith, que públicamente afirmó ser gay, y Willow Smith, que defiende la práctica del poliamor.
Tal como lo ha dicho Will Smith, descartar la monogamia y lanzarse a una relación abierta en un consenso con la pareja es un proceso de muchos años que le funcionó a ellos, pero no significa que es un escenario apto para ti. Sin embargo, vamos a analizarlo:
Qué tan saludable es tener una relación abierta al estilo Will Smith y Jada Pinkett
Siempre existe el riesgo de que en el camino una de las partes pierda el rumbo, sintiendo confusión, celos o la falsa idea de que el tiempo les llevará a máximo nivel de confianza.
Los requisitos que exige la monogamia o una relación abierta pueden llegar a ser perjudiciales, porque se resta importancia al compromiso de pareja y matrimonio, que ya es todo un reto, se diversifican los detalles románticos, hay constantes «infidelidades» (consensuadas) y probablemente cero explicaciones.
Además, al ver a tu pareja involucrándose con otra persona puedes comenzar a acumular reacciones de celos que estallan en el peor momento. Esto va creando inestabilidad emocional, dependencia y confusiones sobre el significado del amor y el matrimonio.
Por si fuese poco también está el riesgo de las enfermedades de transmisión sexual, y es que al ser una relación abierta, donde ambos pueden salir y mantener contacto íntimo con otras personas, el riesgo de contraer infecciones cuando se vayan a la cama siempre estará allí. No sabemos cuáles son las reglas que Will Smith y Jada Pinkett se han establecido en base a este punto, pero siempre es delicado.
Y por último, podrías verte rechazado por quienes comprensiblemente no desean involucrarse en esta especie de «cuadrilátero» amoroso. Vale destacar que para una relación abierta no se necesitan dos, sino más, es decir, hay que contar los que estén dispuestos a aceptar las reglas del juego.
