Cuáles son los primeros signos de autismo en un niño
En los primeros 30 meses de vida de tu bebé, podrás saber si tiene la condición de autismo por las siguientes señales: no demuestra interés porque lo cargues, llora poco, duerme mucho y grita sin razón
Los padres observadores descubrirán los signos de autismo antes de los 30 meses de vida de su hijo. “Probablemente tu bebé no demuestre interés porque lo cargues y lo acunes. Puede ser uno de esos bebés “buenos” que se queda quieto, llora poco y duerme mucho. Puede que grite sin razón aparente”, señala el libro Cómo educar a tu niño.
Más adelante, los niños con autismo presentarán otras señales inherentes a esta condición como un retraso considerable en el habla; podrían emitir su primera palabra a los 5 o 6 años de edad, atribuyendo a esa situación un diagnóstico de sordera, indica el libro. “Muy a menudo demuestra no tener habilidad para relacionarse y prefiere los juguetes a la gente”, agrega.
Entre otros signos, los niños con autismo comienzan a presentar aversión a la mirada y casi no tienen expresión facial.
No obstante, refiere el libro Cómo educar a tu niño, así como todos los niños son diferentes, también existen diferentes aspectos de autismo, “por lo que se trata de un síndrome difícil de diagnosticar”.
Los niños con la condición de autismo
El autismo es una desventaja mental muy difícil que dura toda la vida, refiere el libro Cómo educar a tu niño. “Puede presentarse con otros desórdenes, incluyendo el retraso mental”.
Afecta cuatro veces más a los niños que a las niñas y cuatro o cinco personas de entre 10,000 padecerán de autismo clásico. Cerca de 15 a 20 en 10,000 tendrán alguna condición cercana al autismo, refiere el libro.
Algunos tienen una inteligencia normal o arriba del promedio; a esta forma de autismo se le conoce como Desorden de Asperger.
Los niños autistas muestran un comportamiento inapropiado para su edad: hacen rabietas como las de un niño de tres años, pero a los diez años. Asimismo, no pueden reconocer o interpretar expresiones faciales, gestos o diferentes tonos de voz, todos ellos necesarios para relacionarse con otras personas.
Debido a su incapacidad para comunicarse, se sienten aislados y relegados y pueden desarrollar otros problemas secundarios: la indiferencia hacia otras personas, hacia el aprendizaje, mala adaptación a la vida diaria y comportamientos repetitivos.
Entre los dos y cinco años, es difícil controlar esta conducta debido a la excesiva actividad que presenta. Después, entre los seis y los doce años, puede haber una mejoría en la capacidad de socializar y el comportamiento, pero en la adolescencia y después de los veinte años, pueden reaparecer los problemas iniciales.
Conforme van creciendo, los niños se vuelven más concientes de la existencia de otras personas y desarrollan la capacidad de compartir con la familia y los amigos.
De cada 100 niños con autismo, de 5 a 10 serán adultos independientes, de 25 a 30 tendrán un buen progreso pero todavía necesitarán apoyo, y el resto seguirá dependiendo de sus cuidadores.
Cuando a un niño se le diagnostica autismo puede ser una agonía para los padres. Sin embargo, con el cuidado y la educación apropiada, se les puede ayudar para que vivan sus vidas con tanta dignidad e independencia como sea posible.