Síndrome del Niño Consentido: 7 señales de que tu hijo está demasiado mimado

No soporta que lo contradigan y no tolera la frustración; se trata de un niño mimado cuyo comportamiento revela su dificultad para lidiar con las emociones

niño mimado

Un niño mimado en exceso tiene problemas para relacionarse con otros. / Foto: Unsplash

La educación durante la infancia puede ser un gran reto para los padres que a menudo confundimos amor con complacencia incondicional. Esto genera el llamado “Síndrome del Niño Consentido” en el que un hijo, demasiado mimado, desarrolla un comportamiento demandante, difícil de manejar, que afecta su personalidad y le dificulta lidiar con sus emociones.

Quizá lo peor del caso es que esta conducta no le da felicidad al niño ni a nadie en su medio ambiente, ni lo prepara para convivir con el mundo.


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Rosa Barocio, experta en educación infantil, explica cuáles son las señales de que tu hijo sufre el Síndrome del Niño Consentido (SNC), como ella le llama, y asegura que una de las primeras formas de identificarle es que generalmente es más fácil para otros padres notarlo que para los padres del niño en cuestión.

Un niño mimado es hijo de padres permisivos en exceso que “crece sin estructura, son caprichosos, demandantes e insatisfechos”, escribe en su libro Disciplina con amor. “Tienen un nivel muy bajo de tolerancia a la frustración, pues no soportan una negación o una contradicción”, agrega.


Los síntomas del SNC

niña gritando
Los padres pueden ayudar a los niños mimados. / Foto: Pixabay

Barocio enumera varios síntomas para reconocer a un niño mimado y, aunque puede presentarse en diversos grados, suele ser producto de padres permisivos que no saben poner límites en la familia.

  • Es un niño demandante y egoísta que se siente especial y superior a los demás.
  • Es caprichoso, berrinchudo y quiere que se cumplan sus deseos inmediatamente sin consideración por nadie más.
  • Es antipático al punto que harta y fastidia a todas las personas que lo rodean.
  • Le es muy difícil relacionarse con otros niños, así que se enoja y se retira si no lo complacen. No le gusta perder.
  • Es envidioso y nunca está satisfecho con lo que tiene. Nada parece suficiente para complacerlo.
  • No importa lo que hagan sus padres o las personas a su alrededor, siempre está de mal humor. Nunca está conforme.
  • Es flojo y apático. Siempre espera que los demás hagan todo por él porque está acostumbrado a recibir y no a dar. Se aburre fácilmente de todo, nada lo entusiasma o apasiona.

¿Qué puedes hacer?

Pero no todo está perdido. La experta en educación infantil ofrece algunas alternativas para que los padres cambien este modelo de educación de sus hijos a través del equilibrio. “El equilibrio sólo lo puedes encontrar a través de la reflexión consciente. Ponderar sobre cuándo hay que otorgar y cuándo es necesario negar. Anteponer esta decisión en busca del mayor bien para el hijo, sin tomar en cuenta tu comodidad ni los huecos emocionales que tengas, o el placer que sientes al regalar”, explica. Y no será fácil, especialmente al principio, pero entre más pronto comiences, mejor.

La única manera de saber si los cambios que realices están funcionando es observando la actitud de tu hijo: “Si aprecia y cuida lo que tiene, y es agradecido y considerado, no tienes de qué preocuparte”.


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