¿A qué edad comienzan a mentir los niños y por qué lo hacen?

Entre los 5 y 6 años de edad, los más pequeños podrían comenzar a mentir por una serie de razones que van desde evitar que le castiguen hasta por falta de afecto

Los niños mienten para evitar ser castigados. / Foto: Freepik.

Los niños mienten para evitar ser castigados. / Foto: Freepik.

Cuando los niños comienzan a distinguir la realidad de la fantasía, que es a partir de los cinco o seis años de edad, es el momento en el que pueden empezar a mentir por una serie de razones, principalmente afectivas, refiere el libro Tu Hijo crece.

Entre los 3 y 4 años de edad, ese niño aún no puede mentir porque para hacerlo se requiere por parte del embustero poder diferenciar entre lo real y lo ficticio; y ello comienza a aparecer de manera conciente partir de los cinco o seis años de edad.

¿Por qué miente el niño?

Existen muchas razones por las cuales el niño miente; y la misma mentira puede, según las circunstancias, tener muy distintos significados.

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Un niño puede mentir por temor al castigo; por ejemplo, y esto ocurre, principalmente, cuando el pequeño se encuentra rodeado de personas muy severas, y en las que cualquier falta a las normas establecidas por ellos pueden generar un castigo que él busca evitar.

En esas familias donde no llegar a comer a la hora; ensuciarse la ropa; obtener una mala nota en el colegio; o tomar sin permiso una galleta; son causas de castigos, el niño miente para evitar la sanción.

Así, para no ser castigado por una causa insignificante, el niño recurre a una falta más grave que es la mentira, por la que luego se sentirá muy culpable.

Y es que la mentira adquiere al mismo tiempo un valor moral.

El niño sabe que su familia no aprueba la mentira, que al mentir falta a las reglas de buena conducta, y que la mentira le puede servir para algo. Por consiguiente, la mentira equivale entonces a una falta y se convierte para él en una razón de sentirse culpable y de que se le castigue.

No cabe duda de que el niño que miente de una manera sistemática por temor al castigo no es un niño feliz, y las reglas que se le han trazado tal vez sean excesivamente rigurosas.

Falta de afecto…

En el libro Mi hijo crece también se plantea que el niño pueda estar mintiendo porque es probable “que existan en las relaciones familiares obstáculos de orden afectivo y que algo deba ser modificado en el trato del niño con sus padres”.

Asimismo, todo lo que se ve en el hogar es referencia para el niño; si un padre usa la mentira, ¿por qué su hijo no la usará?

¿Cómo hacer para que deje de mentir?

En el libro Mi hijo crece se les aconseja a esos padres demasiado rígidos, reglas menos estrictas y establecer un código más amplio y tolerante en casa.

“Los buenos modales, la limpieza y el trabajo escolar, por necesarios que sean, no deben ser el resultado de una rígida domesticación educativa, sino que deben obtenerse con la colaboración del niño”, apunta.

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